dolor

... electricidad que invierte en sus muslos la animalidad. Retorno al naverio partido en la cintura desbocado en ansiedad pasiva. Carmesi flotando en la tinta de mis fugas y vicios.  La verticalidad del flotamiento anómalo besando el cuello colapsado. Ningun entendimiento exterior, tontas manos acariciando lo inacariciable, adentro moviéndose lo  que he cuidado por tanto tiempo, y  que se ve corroido, estupidamente débil y frágil.

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